lunes, 20 de diciembre de 2010

Un Ciego de Compras

Crónica de una travesía consumista.
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Son casi las doce y media del día, y a punto de salir de refrigerio. Tiene que decidir entre el almuerzo, o la compra aquella que ha quedado pendiente desde la semana pasada. Saca la billetera del maletín, guarda el móvil en el bolsillo del pantalón, - el bolsillo de la camisa no es seguro para un dispositivo tan grande -, y toma el reporte de pago que la tienda en cuestión le remite mensualmente.
toma el bastón, y sale rápido, para tratar de hacerlo todo, en menos de una hora, tiempo permitido para el refrigerio en el trabajo. Hasta las escaleras, camina sin bastón, ya se conoce el camino de memoria. Baja rápido del segundo piso, y se dirige hacia el marcador, para registrar su salida a refrigerio. Pasa la tarjeta electrónica ante el sensor, y este emite el sonido característico de marcado. Se dirige a la puerta de salida. En el camino, un compañero le pasa la voz. Llega, y los agentes de seguridad abren la reja.
Listo, ya está en la calle, bastón en mano. Camina hacia la esquina, rápido, con un audífono del iPhone en el oído. El cable va desde el bolsillo del pantalón hasta el oído izquierdo. Llega a la esquina, se detiene, hay un kiosko junto a la pared de la esquina misma, pero parece que no hay gente. Escucha que algunos carros se detienen, y luego siguen su circulación. Al tiempo que se quita el audífono para percibir mejor el entorno, oye que una dama de cierta edad le pregunta:
- Hijo, ¿vas a cruzar?.
- No, más bien, favor, ¿puede ayudarme a parar un taxi?.
- ¿A dónde le digo al taxista?.
Pregunta la señora.
- No, no se preocupe, yo le explico, ayúdeme solo a parar el taxi.
- Allá viene uno.
Indica la señora.
- Ven, acércate, aquí está el auto, ...
Se acerca, detecta con la mano el borde de la puerta con el vidrio de la ventana, y acercándose, pregunta:
- Amigo, voy aquí a la avenida Aviación, exactamente al centro comercial Ribpley. Cinco soles, qué dices.
- Ya, vamos ...
responde el taxista.
Sube al auto, y mientras cierra la puerta, le lanza un:
- Gracias señora.
El taxi se pone en marcha, y se coloca ambos audífonos para seguir escuchando el podcast de dommo. Oprime el botón de pausa en el audífono, y prosigue el podcast.
Dan unas vueltas por las calles de San borja, pues la avenida Aviación anda algo congestionada por las obras del tren eléctrico y más aún a esa hora.
Luego de rodear varias calles, sale a unas cuantas cuadras del coliseo Dibós, en plena Aviación.
- Ya estamos cerca, ...
anuncia el taxista.
- OK, un favor amigo, déjame lo más cerca que puedas de la puerta de Ripley.
- A ver, un momento, voy a acercarme a la vereda, ...
Listo. Estás a la misma altura de la puerta, pero tienes que bajar unas gradas.
- Chévere, gracias, cóbrate.
Baja del taxi, despliega el bastón, y avanza en forma recta, y mientras va calculando el inicio de las gradas en desenso, una voz le habla cerca:
- ¿Hacia donde te diriges?
- Sí, mire, estoy yendo a Ripley, me indica la puerta por favor?.
El tipo, un señor de edad mediana, lo coje del brazo y va a decir algo, pero él se adelanta en hablar, y mientras se suelta del señor con cuidado, y se toma de su codo, le dice:
- Yo le sigo, usted guíeme. Es la mejor forma de guiar a un invidente.
- Ha, sí ¿no?. No sabía, disculpe usted.
- No, no se preocupe.
Bajan las gradas, y se acercan a una puerta de cristal, el señor la empuja, e ingresan al recinto, en el que ya se percibe la típica música navideña de centro comercial.
Alguien se acerca y dice:
- Bienvenido a Ripley, ¿hacia dónde se dirige?.
- Vea, necesito hacer algunas compras, y quería saber si alguien del área de ventas pudiera ayudarme.
No agrega que es ciego, pues considera que no es necesario, que se nota prontamente.
- Ha sí, como no, espere un momento, voy a llamar a un agente.
- Suena el pitido característico de los equipos Nextel, y realiza un diálogo.
Él se ubica a un costado del paso de los clientes que entran y salen de la tienda. El podcast ya está por terminar, y decide que mientras espera, ha de revisar su correo en el iPhone. Pone pausa al reproductor de música del iPhone, pulsa el botón de inicio, y deslizando el dedo, abre la aplicación de Mail. Avanza sucesivamente con la yema del dedo, hasta llegar al botón Invox, y le pulsa dos taps para activarlo, y se abre la bandeja de entrada.
La música navideña de fondo continúa, y el personal de la entrada, que hasta entonces, ya se nota que es un agente de seguridad de la tienda, se acerca y dice:
- No se vaya a incomodar, ya está en camino la persona que lo va a guiar.
- OK, responde él, y sigue con la revisión de mails.
En este lugar, y con vigilantes cerca, no hay riesgo en realizar esta tarea. En la calle, sería más peligroso, sería una imprudencia andar jugando con el bicho electrónico de marras.
Nuevamente se acerca el vigilante y le dice:
- Ya viene la persona, tenga un poco de paciencia por favor.
Pero, resulta que paciencia es lo que menos le sobra al cliente invidente.
- Mmmm . amigo, un favor: sino, mientras que llega la persona, que me dé el alcance, necesito ir al Banco Ripley, voy a pagar mi cuenta del mes.
- Ha sí, un momento, que lo acompaño.
Se dirigen ambos hacia un segundo piso, lo conduce por entre personas que al parecer están haciendo cola, y lo pone frente a una ventanilla. En este caso, él ya no ha querido detenerse a hacerle alguna explicación de cómo se guía a un ciego.
- Este .... buenas tardes, voy a pagar mi cuenta del mes, por favor.
Una dama de edad mediana le responde, y pide nombre y número de DNI. Dicta el número, y le alcanza la tarjeta respectiva junto con el DNI.
Alcanza el importe correspondiente.
- Tanto había sido?.
Se pregunta, y espera el vuelto. Hace cuentas mentalmente, y recuerda que tiene otra tarjeta por pagar.
- Tome su cambio, aquí está su tarjeta, y su documento.
Antes de terminar de guardar el cambio en la billetera, pregunta:
- disculpe, un favor: vea, necesito hacer algunas compras en la tienda, y quisiera pedirle que me ayude a contactar a algún agente de ventas para que me guíe.
- Usted ¿va a hacer compras?.
- Sí, sucede que he venido solo, y no sé si fuera posible que me ayude alguien de la tienda.
- Un momento por favor, ..
indica la señora.
Ya es casi la una de la tarde, y debe regresar a la una y treinta a la oficina.
Un joven se acerca, y le indica que lo siga. Él lo toma del hombro, y se dirigen a la puerta de las oficinas, en dirección hacia la tienda.
- ¿Qué cosas desea comprar?, pregunta el joven.
- Ropa de caballeros, y prendas de niños. Dígame, es usted de alguna sección de la tienda?.
Le pregunta al joven.
- No, yo soy del banco, me han pedido que lo dirija a la sección de tienda.
- Ha, OK, gracias, muy amable su jefa, le replica él.
Se acercan a un área, donde la música cambia, al parecer una melodía de jazz, y se encuentran en medio de colgadores y ropas.
- Un favor, el señor va a hacer algunas compras, a ver si podría ayudarlo.
Es seguro que ya se encuentran en la zona de ropa en el Mall, y felizmente no hay mucha gente a esta hora.
- Buenas tardes, ¡qué tipo de ropa desea que le muestre?.
- Sí, bueno, mire, básicamente quiero comprar polos como para oficina, ¿me entiende?..
- Polos con cuello camisero, ¿dice usted? ...
replica la chica de la tienda.
- Sí, exactamente. ¿Puede por favor indicarme algunos modelos?.
- ¿Desea de color entero?, o con aplicaciones de colores.
De colores enteros por favor.
Felizmente no está con su esposa, pues a ellas les gusta probar y probar modelos, escoger precios, y tomarse toda la tarde en estos menesteres. Ahora no hay tiempo, y la verdad le da igual que sea de uno u otro color, pues, para oficina no se necesitan muchos diseños o modelos.
Luego de consultar un par de modelos a lo mucho, pregunta por el precio, y la señorita le dice que están en promoción, y con tarjeta salen dos por el precio de uno.
- Uff ... para algo bueno sirve esta bendita tarjeta. Está bien, llevo estos. ADemás, quería llevar un polo mas sport, uno de cuello redondo.
- Ha sí, como no. Sígame por aquí.
Llegan a una zona con más gente, y la chica, se acerca a otra señorita y le explica que el señor está buscando modelos de polos con cuello redondo.
- Sí, tenemos de las marcas tal y tal.
- OK, me llevo este. ¿De qué color me dice que es?.
- Es gris con un bordado delantero y bla bla bla.
- Listo, lo llevo. ¿Me guía a la caja por favor?.
Le pregunta a la señorita que inicialmente lo guiaba.
Mientras se dirijen a la caja, él le consulta a la joven.:
- Un favor, mire, luego de esto, necesitaba ir a la sección de niños a comprar una prenda sencilla.
- Bueno, hay que salir de esta sección y subir la escalera mecánica, responde la señorita de la tienda. Se acerca a la caja, le piden la tarjeta, DNI, etc. él indica que va a pagar con tarjeta.
- ¿en cuántas cuotas?.
- en las que quieras ... amigazo, piensa, mientras va escuchando la hora en el iPhone. Faltan unos diesisiete minutos.
- en tres cuotas, por favor.
Le indican para poner la firma, y ya quiere salir rápido. Le devuelven la tarjeta, el DNI, y le alcanzan la bolsa con su compra.
él retrocede, y se percata de que la señorita ya no está.
- Miércoles!. se dice a sí mismo, mientras piensa que la flaca se ha quitado. Está pensando en acercarse de nuevo a la caja, para indicarle si puede solicitar algún apoyo para que lo guíen, cuando una voz jovial se acerca, y le dice:
- ¿Ya va a salir, señor?.
- He, sí, este ...sí, mire, ¿puede guiarme a la sección niños, por favor?.
- Sí, como no. Mi amiga me pidió que lo ayudara, porque ella no podía dejar su módulo. Yo soy la que le atendió con los polos sports.
- Ha, sí, claro. Gracias por su amabilidad. Sucede que quiero comprarle un polito a mi hija, y he venido casi de emergencia.
- No se preocupe. pero, ¿desea ropa de niños?, o de niña.
- He, bueno, de niña. ¿Dígame, son secciones separadas?.
- Sí, claro. Hay una sección para niños, y otra sección exclusivamente para niñas.
- Mmmm mire, no tenía idea.
Se acercan a las escaleras mecánicas, y la chica le dice:
- Vamos a subir las escaleras, con cuidado por favor.
- Ha sí, no se preoucupe.
Ya casi cerca, él estira la mano hacia un costado, calculando más o menos, y descubre el pasamanos que se desliza suave hacia arriba. A partir de eso, ya calcula más o menos también, la grada que a unos diez o veinte centímetros de su pie, están apareciendo las gradas de la escala mecánica.
Tantea con el pie, y da un paso, mientras siente como la escalera lo impulsa suavemente hacia arriba. La señorita va casi a su lado, y le comenta cosas de la sección niños.
- Cásese de una vez y por todas amiga, cásese. Piensa él, mientras sonríe para sus adentros.
Salen de la escalera en el piso superior, y se dirijen hacia la zona de niñas, donde otra señorita recibe la consulta de la chica que lo guía:
- Hola, mira, el señor desea comprar algunas prendas para niñas. ¡Puedes ayudarlo por favor?.
- ¿Prendas?. No, solo una querida amiga. A menos que haya otra promoción de dos por uno con tarjeta., piensa mientras la señorita que los recibe, saluda y va explicando los modelos.
Pero, la consulta es puntual, según la indicación de su esposa:
- Mire, necesito llevar un polito de cuello redondo, de un color rosado, con algún detalle en el pechito.
- Claro que sí, aquí tenemos varios modelos, sígame por favor, dice la chica, mientras avanza unos pasos.
- Mami, yo te sigo, pero, si me tumbo tu kiosko, ya no es mi culpa, he?. Se dice mentalmente, mientras avanza un par de pasos, como para que la chica note que debe guiarlo o prestarle ayuda. Ella vuelve, y lo toma del brazo para acercarse a un mostrario con una cantidad indeterminable de prendas para niñas.
- De este modelo, ¡cuántos colores tiene?.
- Tenemos tres colores, no tengo rosado, tengo uno que es "palorrosa".
- "Palorrosa"?. Repite mentalmente, mientras recuerda que desde que no ve, ya hace casi veinte años, han salido unos colores particularmente exóticos. Palorrosa, conchevino, camello, ladrillo, etc.
- Bueno, está bien. Deme ese de color , he ... rosa.
Para entonces, ya está sonando en los parlantes del centro comercial, unos motivos navideños interpretados por Luis Miguel.
- ¡Porqué ponen estas cosas como música?. Porqué no nos conformamos con los Toribianitos?. Entre Luis Miguel y Los Toribianitos, prefiero a los Toribianitos, piensa mientras se dirije a la caja.
Ya en la caja, paga con tarjeta,
- En dos cuotas por favor,
y sigue el trámite respectivo.
Luego de pagar, y recibir la bolsa sellada, la chica de la sección niñas, lo lleva hacia el pasillo principal, y le dice que se espere unos instantes, que va a buscar a alguien que lo ayude. Mientras sigue sonando el mequetrefe de Luis Miguel cantando villancicos, piensa en que ahora sí que la tristeza. No hay nadie con él. Hay gente que pasa, que circula muy concentrada en lo suyo.
Saca el bastón, avanza un poco, pero se percata que es una sección de equipos de sonido, por la diversidad de música que hay en el ambiente. Retrocede, y percibe como un circuito por donde circula gente. No mucha, pero hay como un ritmo de ida y venida. Sigue por allí, y llega a una suerte de esquina, por donde se supone que habría que doblar. Lo que no tiene idea es de si esa ruta lo lleva hacia la salida, o lo interna más adentro en el centro comercial.
Está por avanzar, y alguien de atrás lo llama, y le dice que lo espere.
- Disculpe, me indicaron que lo guíe. Hacia donde desea dirigirse.
- Ha, bien. Necesito ir a la salida por favor. La salida a la avenida Aviación.
- OK, lo llevo, sígame.
Parece que los jóvenes tienen más sentido común para conducir a una persona ciega. Parece que su intuición es mayor que en las generaciones más avanzadas.
Sale a la calle, y ya calcula que le deben quedar unos siete o seis minutos para su hora de regreso de refrigerio.
- ¿Hacia donde se dirije?, pregunta el joven.
- Mira, necesito tomar un taxi, el que se encuentre más cercano por favor.
Se aproximan a uno que está estacionado unos metros más arriba en la avenida, y pregunta:
- Amigo, voy a la esquina de la avenida tal, con la avenida cuál. Seis soles, habla.
A los pocos minutos está sentado en el taxi, nuevamente con el iPhone en audición, tratando de saber si le ha llegado algún mail o hay alguna actualización interesante en su usuario de Facebook.
Llega a su centro de labores, entra rápido, llega al marcador, y se ha pasado un minuto y medio más o menos.
- No importa, no se va a caer el mundo por un minuto y medio, piensa mientras se dirije a la cafetería, a tomarse un jugo de papaya, escuchando, esta vez un podcast de literatura.

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