jueves, 6 de mayo de 2010

Mi Libro Puede Construir Puentes

La Literatura como Terreno para la Paz El Mercurio.
El escritor israelí Amos Oz, cuenta en una interesante entrevista, como sus más recientes obras están siendo traducidas al árabe. Es un testimonio de alguien entregado a la literatura, que vive en una de las zonas más conflictivas del mundo.
Dejamos aquí parte de la entrevista que le hacen en el diario El Mercurio:
Amos Oz:
"Mi libro puede construir puentes"Las calles de Jerusalén no sólo son dueñas de recuerdos milenarios, sino que esconden, tras la apariencia de una vida normal, el dolor de una historia reciente marcada por la violencia. Caminar por la concurrida calle Ben Yehuda, la vía peatonal más importante de la ciudad, es también transitar entre cafés, restaurantes, amasanderías típicas judías y tiendas de souvenirs judaicos que han sobrevivido, desde 1948, seis bombardeos y media decena de atentados terroristas. Autos bomba, ataques suicidas y tiroteos contra civiles -de uno y otro lado- son parte de la memoria de un lugar que, irónicamente, es el centro espiritual de los mundos judío, cristiano y musulmán.

Seis años atrás, no muy lejos de esa vía peatonal, George, un estudiante de leyes palestino de 20 años, fue asesinado de un tiro por la espalda mientras trotaba por el norte de Jerusalén. Al percatarse de que la víctima era árabe, los homicidas se disculparon. "Perdón, pensamos que era un judío", dijeron, sin imaginarse que su error fatal se convertiría en un símbolo de paz en medio de la desesperanza.
Su padre, el abogado Elías Khoury -cuyo progenitor también murió en un atentado terrorista palestino en 1975-, decidió honrar la memoria de su hijo mediante un proyecto insólito: pagar para traducir al árabe la autobiografía del escritor Amos Oz, uno de los libros más vendidos de la historia de Israel. Su propósito era, entre otras cosas, dar a entender que el país, tal como lo es Palestina hoy, también nació como un campo de refugiados.
" Una historia de amor y oscuridad fue traducida a 27 idiomas -comenta al otro lado del teléfono el autor desde su casa en el desierto de Arad, ubicado a pocos kilómetros del Mar Muerto-. De todas ellas, la traducción al árabe es la más importante para mí, porque creo que puede construir puentes. Es un libro sobre la historia de una familia israelí, pero también es la historia del nacimiento de Israel, que no se cuenta en el mundo árabe y que permanece desconocida. En ese sentido, podría construir puentes en términos de empatía, compasión y entendimiento".
Al interior del mundo árabe
La motivación de Khoury, defensor acérrimo de los derechos palestinos y de la causa de su pueblo -sus tierras en Nazaret fueron expropiadas por el Estado israelí "por motivos de seguridad"-, también está relacionada con la creencia de que el conflicto árabe-israelí yace en la ignorancia respecto del "otro", tal como lo plantea el escritor israelí. Sin embargo, la aparición de su autobiografía en el Líbano ha generado una fuerte polémica, principalmente porque las rencillas con ese país no están resueltas. En Egipto y en Jordania, las dos naciones que firmaron la paz con Israel, ya fueron traducidas sus novelas Mi Mijael en 1994 y La bicicleta de Sumji en 1997, respectivamente.
"Por lo que sé, al libro le está yendo bien en las librerías árabes. Ha habido reseñas y comentarios positivos, pero también algunas reacciones furiosas en la prensa. No he recibido ninguna respuesta directa porque no hay contacto directo entre Israel y los países árabes", afirma Oz, quien también es el primer autor israelí en ser publicado en Arabia Saudita. En cuanto a la reacción dentro de su país, comenta: "Esta traducción aparecerá aquí en unas tres semanas más. Sé que hay una crítica muy fuerte en los países árabes, pero no he recibido ninguna crítica dentro de Israel".
Un autor comprometido
A pesar de que Amos Oz ha publicado más de una veintena de novelas, compilaciones de relatos e incluso poesía -aunque le irrita ser llamado "autor de ficción"-, resulta imposible evitar la política cuando se habla de él, y más aún cuando se habla con él. A nivel mundial, se le conoce por su fuerte compromiso político, su sionismo liberal y su postura crítica en favor de la paz, lo que se refleja, entre otras cosas, en que parte importante de su obra sean publicaciones sobre la situación de su país.
"Soy un gran creyente del principio del compromiso", confirma el autor, quien desde mediados de los años 60 escribe editoriales y columnas sobre política en diversos medios, como el diario de izquierda Haaretz .Shimon Peres lo mencionó alguna vez como su posible sucesor en el Partido Laborista israelí, pero Oz advierte que no es "el hombre correcto para la política activa", incluso si ayudó a fundar en 1978 el movimiento liberal Shalom Achshav (Paz ahora).
"Levanto mi voz muy a menudo a través del periodismo. Escribo artículos y ensayos, y hago que se escuche mi voz. Esto es lo que puedo hacer y eso es lo que hago", explica el escritor, quien ha sido calificado de traidor por la derecha israelí y ha recibido incluso amenazas de muerte por sus opiniones.
Sin embargo, aclara que para él "la literatura no es un arma política", como el público y la crítica han interpretado en sus novelas. Ya está cansado, según ha dicho, de que la gente vea alegorías y metáforas de Israel en sus historias -"escribo con un lápiz azul y uno negro. Nunca los mezclo. Uno es para decirle al gobierno que se vaya a la mierda. El otro es para contar historias", declaró en TheNew York Times-. Pero también dice estar agotado de dar entrevistas, según afirma la periodista Maya Sela, de Haaretz , a pesar de no haber puesto mayores dificultades para recibir esta llamada desde Chile.
Escritor del desierto
Son aproximadamente las cuatro y media de la tarde en Israel al momento de iniciarse la conversación. Por lo que ha contado en la prensa sobre su vida -aunque le aburre referirse a él y prefiere hablar sobre literatura y política-, su día comienza a las cinco de la mañana. Sale a pasear por el desierto de Arad, donde vive desde 1985, y una media hora más tarde ya está escribiendo. Por la noche, dice, regresa a su escritorio a borrar todo lo que escribió por la mañana.
La rutina se repite a diario. Su tiempo en la semana lo reparte entre las clases de literatura hebrea que dicta en la Universidad Ben Gurión del Néguev, donde además se guarda su archivo personal, y la escritura -"estoy trabajando en una nueva novela, pero no quiero discutirla mientras esté trabajando en ella", anuncia-. Escenas de la vida rural , su libro más reciente, acaba de ser publicado en España -"espero que llegue pronto a Chile", comenta-. La escritura para Oz es una labor constante y metódica.
Su primer libro, Donde aúllan los chacales y otros cuentos (1965), fue escrito durante sus días en el kibutz Hulda, adonde llegó a los 14 años, poco después del suicidio de su madre. Allí no sólo se convirtió en trabajador de la tierra durante el día y en escritor durante la noche. También cortó lazos con todo aquello que lo ligaba al mundo forjado por la generación de sus padres, judíos de la diáspora que llegaron desde Europa del Este a Israel en los años 30.
Fue entonces cuando cambió su apellido Klausner -que lo vinculaba, por lo demás, con su tío abuelo Yosef Klausner, uno de los intelectuales más connotados que llegaron al Mandato Británico de Palestina a comienzos del siglo XX- por "Oz", palabra hebrea que significa "fuerza". Según explica en su autobiografía, los sabras -como se llama a los nacidos en Israel en alusión a la tuna, fruta espinosa por fuera pero dulce por dentro- querían ser fuertes y sanos, todo lo contrario del espíritu trágico y quejumbroso de los judíos de la diáspora europea.
El pueblo del libro
Sin embargo, sus lazos con la generación de escritores e intelectuales que lo antecedieron no se cortaron. En particular, con aquellos que iniciaron la literatura en hebreo moderno, entre los que menciona a HayimNahmanBialik, MijaIosefBerdyczewski, Yosef HaimBrenner y el ganador del Nobel de Literatura 1966, Shmuel Yosef Agnón, uno de sus predilectos, y con quien se relacionó estrechamente en su juventud.
De ellos enseña a sus estudiantes en la universidad, y afirma que si en el mundo no se les conoce de la forma en que sí se le conoce a él, es simplemente "porque no hay suficientes traducciones buenas de literatura hebrea a otros idiomas. Debería haber más y mejores. Es una lástima". Pero también destaca la situación actual de la literatura israelí: "La vida literaria en Israel es fascinante y se están publicando muchos libros interesantes. Hay mucha actividad literaria, especial y mayormente promovida por mujeres", comenta.
La alusión se refiere a la larga lista de autoras en el mundo de las letras israelíes. Es el caso de ShulamitHareven, SavionLiebrecht, ShulamitLapid, Ruth Almog, Batya Gur -llamada la "Agatha Christie de Israel"- y Amalia Kahana-Carmon, como también la de las escritoras jóvenes de hoy, todas ellas desconocidas en Chile: Mira Maguen, IritLinur, Orly Castel-Bloom y Judith Katzir, entre otras.
"Los judíos de Israel llegaron de 136 países distintos, y cada uno trajo consigo un background cultural diferente. Ese encuentro de tantas culturas es un buen terreno para la prosperidad cultural", explica Oz respecto de la fuerte tradición literaria de su país, que en la actualidad tiene como sus mayores representantes, además de él, a David Grossman, Abraham B. Yeoshúa y AharonAppelfeld.
La sombra de Agnón
Aunque Oz menciona como sus referentes universales a autores como Chéjov -a quien tiene "muy cerca del corazón porque su mundo es muy similar al mío"- y la italiana Elsa Morante, la influencia de un autor israelí en particular ha sido decisiva en su narrativa. "Después de tanto esfuerzo y tanta lucha por alejarme y liberarme de él, los ecos de cuanto aprendí de Agnón resuenan aún en los libros que he escrito", revela en su autobiografía.
Con el autor de Ayer y anteayer también comparte la conexión con el Nobel. Si Agnón fue el primer escritor de lengua hebrea en ganarlo -nació en Lituania, en el Imperio Ruso-, Oz podría convertirse en el primer israelí en obtenerlo, ya que hace más de una década que su nombre suena como candidato y posible ganador. No obstante, afirma: "No estoy esperando el Nobel. Ya he recibido mi ración de premios y estoy muy agradecido por todos ellos". Y si lo ganara, ¿tendría algún impacto en su vida? "La verdad, no tengo idea", afirma.
A estas alturas, en que cumplirá 71 años el próximo martes, sus metas y ambiciones como escritor parecen estar cumplidas. Incluso aquel sueño de infancia que nació cuando sus mayores le decían que los niños de su edad no siempre crecían. Había pasado muy poco tiempo desde el Holocausto. "Por aquellos años, esperaba crecer y convertirme en libro", revela en su autobiografía, pues un ejemplar perdido podría salvarse "aquí o en otro país, en alguna ciudad, en alguna biblioteca remota, en el rincón de un estante olvidado por Dios".
Hoy, Amos Oz no es uno, sino miles de libros traducidos en 45 idiomas que circulan por todo el mundo. También por el mundo árabe.
"Es imposible medir la imagen de un país", responde frente a la pregunta respecto de si cree que sus novelas han logrado cambiar la cara de Israel. Sin embargo, la traducción al árabe de Una historia de amor y oscuridad y otros libros de su autoría demuestra que sí ha sido capaz de mostrar otro ángulo de la historia. "Espero que eso sea lo que hago", confiesa, a pocos minutos de terminar la conversación para sentarse nuevamente frente al borrador de su próxima novela.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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