viernes, 3 de mayo de 2013

Lectura y Servicios Bibliotecarios para ciegos

En la esfera de la accesibilidad de la información y puntualmente del acceso de personas con discapacidad visual a la lectura, existe actualmente un serio problema en el Perú. Antes que nada, es importante que este fenómeno se manifieste como problema, es mejor eso a la ausencia de movimiento en lo referido al acceso a la lectura, y luego, es totalmente significativo que el problema haya pasado de los usuarios, vale decir, del grupo de los demandantes del servicio, a los bibliotecarios o responsables de bibliotecas, quienes ofrecen o atienden servicios de lectura. La cuestión, desde un punto de vista bibliotecológico, es poder identificar dónde reside el problema y cómo, qué rasgos definen ese problema en su versión actual. Desde esta tribuna, desde Infolector, consideramos que el problema del acceso de personas con discapacidad visual a la lectura no se reduce ya, al tema del sistema Braille. Concebirlo así, como un problema de disponibilidad o indisponibilidad de libros en sistema Braille, es no dimensionar en toda su magnitud el problema del que se está hablando aquí. Nosotros consideramos que el problema es ante todo, un problema de acceso a contenidos accesibles. La naturaleza del problema que enfrentan actualmente las personas ciegas y con limitaciones para la lectura es la cuestión del acceso a contenidos accesibles. Problema que nosotros podríamos definir o describir del siguiente modo: No existen libros accesibles, porque no existen contenidos digitales. La cuestión central del problema es la no disponibilidad de material digital, en versión digitalizada. La condición necesaria para que los libros sean accesibles reside en que esos libros, previamente estén en formato digital. Si un texto o libro está previamente en soporte digital, el que pueda ser transcrito o convertido a accesible, es solo una cuesitón de proceso técnico y nada más. Un libro en formato digital permite que luego pueda disponerse de ese libro, en formato sistema Braille, o en versión de audiolibro, o formato de libro Daisy, o en e-book para lector digital. Pero, adicionalmente a estas cuestiones de orden técnicas, existe un problema serio, compartido tanto por usuarios con discapacidad visual como por bibliotecarios, los dos, actores principales en el drama del acceso a la lectura por personas ciegas. Problema frecuente del usuario con discapacidad visual: El problema común del usuario ciego o con baja visión, es haberse dejado hechizar por la tecnología, y suponer que lo decisivo en la lectura, es el artefacto de reproducción, de lectura digital. O sea, creer que lo que una biblioteca ante todo, necesita son PCs con lectores de pantalla. Y su consejo, sugerencia, recomendación o pedido suele ser este: Quiero computadora con JAWS. Solo esta cuestión, la de un lector de pantalla de estas características, a menudo, a hechado atrás a más de un bibliotecario. Este error es frecuente entre los estudiantes, entre los usuarios y lectores de las generaciones más jóvenes, y tiene que ver con su deslumbramiento por las potencialidades que ofrecen las nuevas tecnologías, que dicho sea de paso, ya ni son tan nuevas, esas tecnologías. Este error es algo que los propios usuarios tendrán que superar y resolver a efectos de que tal concepción no continúe retrasando la implementación de más y nuevos servicios de bibliotecas para lectores con discapacidaid visual. Problema frecuente del bibliotecario: El problema más común y recurrente entre quienes ofrecen o atienden servicios de bibliotecas, es uno que surge más bien, de un prejuicio sobre la condición de la persona ciega. El error casi inescapable de los bibliotecarios suele ser este: El ciego es un caso muy especial, y para atenderlo, necesito un servicio muy especial. En el caso de las generaciones de bibliotecarios o responsables de biblioteca de las generaciones anteriores, este prejuicio suele estar asociado a la noción de altruismo, de sensibilidad social. Y en las generaciones más recientes, parece estar asociado a creer que es un asunto muy especializado. Esto, en términos prácticos se traduce en la tendencia a abrir salas especiales para ciegos, como si tal cosa en sí misma fuera suficiente para conseguir la meta de brindar acceso a la lectura a los usuarios ciegos. Debido a lo señalado arriba, suele suceder que el énfasis de los responsables de bibliotecas, cuando se deciden a implementar servicios de lectura para ciegos, estará invariablemente dirigida a privilegiar los soportes tradicionales, cuando se los encuentra, y en última instancia, en la convocatoria misma, en la intención aglutinante, más que en el acto mismo de la lectura. Queremos decir, que por lo general cuando alguna biblioteca se anima a abrir un servicio de lectura para ciegos, fundamentalmente se ocupará de conseguir libros Braille, en muchos casos, artilugios para la escritura Braille, y en el mejor de los casos, a conseguir los lectores de pantalla para alguna PC que puedan usar los lectores con discapacidad visual. La consecuencia más directa es o suele ser, que luego de la apertura y primeros momentos de emoción, la concurrencia de usuarios de la sala caerá drásticamente. Y la escena más característica será aquella en la que el o la responsable de la biblioteca expresa en tono de angustia: "Necesito que vengan lectores ciegos, por favor.". Lo paradójico del tema, es que a pesar de la permanente y ardorosa necesidad de los lectores y en especial, de los estudiantes ciegos, muchas de estas salas, que en realidad no son muchas, suelen lucir vacías o con poca afluencia de usuarios. Esto merece un exámen y un debate amplios, tanto por parte de los gestores de servicios de bibliotecas, vale decir, los bibliotecólogos, como por parte de la comunidad de usuarios con discapacidad visual, a efectos de lograr una compatibilidad razonable y coherente entre la oferta de servicios de lectura y los usuarios de la misma.


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