viernes, 12 de julio de 2019

Escritores, Literatura y Discapacidad Visual

Infobae

Joel Burcat es un abogado invidente de 64 años que vive en la ciudad de Pensilvania. Hasta que quedó ciego de uno de sus ojos, en 2016, había sido un escritor inédito con algunas novelas terminadas. Pero fue precisamente a partir de quedar virtualmente ciego de las dos vistas que se decidió a buscar editorial y fue como empezó a publicar regularmente. En la actualidad lleva varios títulos publicados.

Entonces Burcat consiguió un software de dictado, contrató a un editor y luego le envió una nueva versión pulida de Drink to Every Beast, una novela de suspenso jurídico que va sobre los daños de residuos tóxicos en el río Susquehanna, a la editorial Headline Books, que se caracteriza por publicar obras de autores que no cuentan con un representante.

"Ahora, puedo pregonar que estoy en la misma categoría que James Joyce, James Thurber y otros autores ciegos". Ha dicho Joel Burcat tras las publicaciones de tres de sus obras. Joyce y Thurber no tenían ceguera total. Sin embargo, no ha sido frecuente traer a punto una tradición fascinante de escritores con ceguera parcial o total —fascinante porque afirman la capacidad que tiene el ser humano de trascender los límites aparentes, porque demuestran cómo los obstáculos pueden ser un portal a epifanías y porque desafían lo que significa ver—. Puesto que usas tu cerebro —donde las imágenes se almacenan, organizan, editan y convierten en palabras— tanto como tus ojos. Usas tu espíritu.

Esa es la lección de John Milton, de Jorge Luis Borges y de decenas si no es que cientos de escritores menos célebres privados de la vista, la cual, en muchos casos, como en casi la mayoría, perdieron la vista en su edad adulta. Necesitaron ayuda, pero no se rindieron. Los armó de valor. Le respondieron a un mundo que a menudo margina o condesciende a las personas con discapacidad.

Milton creó El paraíso perdido y El paraíso recobrado más de una década después de que perdió la vista en ambos ojos alrededor de 1652. "Se podría argumentar con seguridad que fue capaz de producir estas obras maestras no a pesar de su invidencia sino debido a ella", me comentó John Rumrich, quien imparte cursos sobre la obra de Milton en la Universidad de Texas. "Él mismo pensaba así". Milton elegía pensar en su ceguera como el precio que estaba pagando por una "iluminación interior", explicó Rumrich. Impulsaba su sentido de propósito.

Sin duda le dio forma a El paraíso perdido, en la que abundan los binarios del día y la noche, la oscuridad y la luz, y la cual refleja su propia invidencia, que él describe como un vacío integral que ha expurgado la gloria de la naturaleza. Implora a una "luz celestial" a que brille en su interior, que ponga ojos en su alma, que disperse y aparte de ella todas las tinieblas, a fin de que pueda ver y decir "cosas invisibles a los ojos de los mortales".

Borges, el poeta, ensayista y escritor de ficción argentino, tenía a Milton en mente cuando señaló en un ensayo de 1977 que "Un escritor, o todo hombre, debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin y esto tiene que ser más fuerte en el caso de un artista. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo eso le ha sido dado como arcilla, como material para su arte". Agregó: "Si el ciego piensa así, está salvado. La ceguera es un don".

Borges convirtió la pérdida de su vista en un poema precioso, On his Blindness, el cual señala que ya no puede saborear "la inexplorada enciclopedia", "las altas aves y las lunas de oro". "A los otros les queda el universo", concluye. "A mi penumbra, el hábito del verso".

Tengo un interés especial en Milton y Borges —y me enteré de la obra de Burcat— debido al deterioro de mi propia vista. Hace más de un año y medio, desperté con visión borrosa y oscurecida en mi ojo derecho y me dijeron que había tenido una especie de embolia en el nervio óptico. El daño era permanente.

En la actualidad se dispone de muchos recursos para el acceso a la lectura y la redacción con un importante nivel de accesibilidad, como los audiolibros, lectores de pantalla, reconocedores de voz, -tecnología que convierte la voz en texto-. pantallas enormes de computadora en las que el tamaño de la letra se puede maximizar— que no existían hace décadas, mucho menos hace siglos. No obstante, James Wilson, quien era ciego, aun así produjo Biography of the Blind a principios de la década de 1800. En los primeros años de la década de 1900, Helen Keller, quien era sorda y ciega, escribió libros y ensayos autobiográficos.

Homero a menudo se retrata como alguien ciego, aunque es difícil saber cómo interpretar eso: los académicos no han determinado si Homero fue un poeta o un grupo de ellos.

Ha habido suficientes escritores ciegos o con alguna discapacidad visual para que Heather Tilley, profesora de la Universidad Queen Mary de Londres, escribiera un libro que se enfoca solamente en los de la época victoriana. Se titula Blindness and Writing: From Wordsworth to Gissing.

La Dra. Heather Tilley ha dado a conocer, entre otras, la obra de Frances Browne, una poetisa y novelista irlandesa en el siglo XIX que fue invidente desde su infancia pero utilizó lo que había escuchado del mundo para crear literatura.

Otro autor es James Holman, quien emprendió sus travesías y moldeó su prosa después de perder la vista. "A pesar de que se vale de las personas que lo rodean para obtener una descripción oficial de las cosas, también describe vívidas sensaciones del olfato, del movimiento de viajar en un carruaje, cómo se siente la brisa", relató Tilley. "La escritura se siente más multisensorial".

Los escritores invidentes usan su obra para inmortalizar el álbum de fotografías de los años previos a su ceguera. Eleva el intelecto por encima de la carne, y elimina sus impedimentos. Crea un mundo en el que pueden desplazarse sin trabas.

Tomado de Infobae

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