domingo, 3 de marzo de 2013

La Discapacidad y sus Modalidades de Autolimitación

Uno de los rasgos más perversos en que la discapacidad se manifiesta, sobre todo entre las personas de sociedades con altos niveles de discriminación como la peruana, es la autolimitación o la castración de las capacidades propias, pero bajo la forma de legitimación. Quiero decir, cuando las estrategias reivindicativas, en lugar de ser un medio, se convierten en un fin en sí mismo. Entre nosotros, en el medio peruano y muy probablemente en nuestro hemisferio, existe la tendencia de quedarse, de encajonarse en la denuncia o la seudodenuncia de lo que sea, como si eso, esa práctica supuestamente legítima fuese un modo concreto en sí mismo, de resolver, de superar las limitaciones que entraña la discapacidad en el entorno social. Cuando sucede un caso de discriminación o de lesión de algún derecho de las personas con discapacidad, lo primero que alguna gente hace, en especial alguna gente con discapacidad, es tomárselas contra organizaciones que están del lado de la discapacidad. O sea, en lugar de encarar la solución puntual del problema presentado, se agotan, se limitan a tirarle barro a organizaciones o entidades que se ocupan de la discapacidad, en lugar de ofrecer o aportar opciones reales de solución. Como si cuando se producen lluvias perjudiciales, la gente apedreara los establecimientos de venta o distribución de paraguas. Absurdo, por donde se lo aborde. El problema es que hay un punto en el que pasa de ser simplemente un rasgo, y se convierte en una cultura, casi en una doctrina, eso de tirar barro, de tirar piedras contra organizaciones o entidades que no son directamente responsables de los problemas que perjudican a las personas con discapacidad, sino que por el contrario, dentro de lo que pueden, tratan de encarar diversos aspectos de la problemática que implica la discapacidad. Estas personas, quienes adoptan esta cultura de "tirapiedras gratuitos", creen o sienten estar obrando con alguna forma de justicia o épica social o seudosocial. O sea, el problema no es solo que el problema se limite a una simple desubicación o absurdo práctico, sino que, encima sus usuarios, tratan de insuflarle a su desaguisado un aire, una atmósfera de cruzada cuasi religiosa. Contra qué?, o en pro de qué, nadie lo sabe, solo ellos. Uno de quienes suelen adoptar esta lamentable performance, es un joven, encima universitario, Rubén Huari, desgraciadamente perturbado por este enfoque a tan temprana edad. Joven que no deja de ver fantasmas en el entorno, para encontrarle culpas de todo lo que afecte a las personas con discapacidad, no en la sociedad y en su subdesarrollo, sino, en las organizaciones que mal que bien se han constituido para afrontar limitadamente los problemas que enfrentan las personas con discapacidad. En lugar de desarrollar tareas o propuestas, estas personas como Rubén, invierten tiempo en usar las redes para lanzar barro de modo indiscriminado. En lugar de mostrar ejemplos o casos prácticos sobre como resolver tal o cuál escollo, destina tiempo y creatividad, para azuzar y malquistar a otras organizaciones o instituciones a las que el pertenece. Está presto, no a desarrollar aportes constructivos, sino a encontrarle culpas a organizaciones de personas con discapacidad, o directamente a inventarles responsabilidades que evidentemente no tienen esas otras instituciones que tratan el tema de la discapacidad, y que además, están conformadas por personas con discapacidad. Esta cultura, esta práctica de muchas de estas personas con discapacidad, es una de las consecuencias perversas del estado al que sociedades como las nuestras han empujado a la persona con discapacidad. Vale decir, no solamente los someten a un estado de marginación como típicamente podría deducirse, sino que además, produce este tipo de talante entre esas personas con discapacidad. En gran medida, esto se explica por la la inercia discriminativa, es más fácil gritar que exponer,resulta más sencillo tirar piedras o barro, que organizar, es más fácil causar destrozos que construir. Y desafortunadamente hay muchas personas con discapacidad que no llegan a substraerse a esta lógica perversa que comportan sociedades marginatorias como la peruana.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

si, es verdad, entre los discapacitados nos criticamos demaciado, nos traycionamos, nos undimos los unos a los otros por quítame estas pajas, magnificando errores que no son tan grabes, tampoco digo que hay que quedarnos cayados si algo funciona mal pero criticar para destruir no es la solución, no se exactamente que es lo que el compañero huari critica, puede ser que incluso tenga razón pero le aconsejo que vaya con cuidado, que obserbe y analice bien las situaciones porque muchas veces ocurre como en el teléfono malogrado que la información llega distorcionada, compañero, pregunta a fondo, obserba con calma, no vaya a ser que estás malinterpretando las cosas, no vaya a ser que alguien está manipulando las cosas para dividir, hay gente que trata de dividir a los discapacitados y muchas veces confiamos más en ellos que en nosotros, hay que analizar a fondo y tener criterio para jusgar, es mejor hablar con las personas directamente en lugar de hablar a sus espaldas, no caygamos en el fanatismo tampoco, aveces nos fijamos en detalles tontos, vayamos al meollo del asunto.

Anónimo dijo...

compañeros, nesesitamos leer mucho, culturisarnos para tener un mejor criterio y poder hacer críticas constructivas, nesesitamos meditar, muchas veces nos lanzamos a criticar sin ver más allá y somos más ciegos de entendimiento que de los ojos.
cierto día un joven invidente postuló a una escuela de música y fue acompañado por otro invidente, dio bien el examen, tocó bien su instrumento, pero lo desaprobaron porque según los profesores no era expresivo porque no hizo los movimientos adecuados, el chico que lo acompañaba contó a otros invidentes el fracaso de su amigo afirmando que verdaderamente no tenía expreción, que él mismo lo había visto, hablaba como si fuera un erudito y en realidad nisiquiera era músico, después de un tiempo el chico que quería estudiar música postuló a otra escuela en donde si lo aseptaron, allí estudiaron otros invidentes en años anteriores, entonces en realidad fue rechasado injustamente, quisás por miedo de no poder enseñarle, pero sea como sea no tenían argumentos lógicos y el compañero habló de su fracaso, tampoco tenía argumentos valederos para darles la razón a los que desaprovaron al chico, peor aún, hizo leña del árbol caído, por eso es mejor cayar aveces, si no puedes ayudar es mejor no estorbar, tenemos que aprender a ser considerados y a abrir nuestra mente, se que no todos están deacuerdo con que se usen perros lazarillos o que un ciego pueda hacer ciertas actividades, un amigo me decía que los ciegos deben trabajar en oficina pero no todos lo hacen ni quieren, a algunos nos desesperaría el encierro, entonces, si para unos es bueno algo pero para otros no, si una institución trabaja de una manera y logra objetivos es buena aunque para algunos no haya sido de mucho probecho, tendríamos que ponernos a pensar si estamos reclamando porque la institución realmente no camina o porque no nos ha veneficiado personalmente, tendríamos que ponernos a pensar si la institución a la que se le critica no logra sus objetivos por culpa de nuestros prejuicios, si es así entonces tendríamos que abrir nuestra mente y si la institución se estancó por los prejuicios de la gente de afuera tendríamos que empujar el carro en lugar de darles la razón como el chico del ejemplo que sin ser músico les dió la razón a una tira de prejuiciosos sin consultar con otros conocedores del tema y sin pensar más allá, sin intentar abogar por él aunquesea por un poco de lealtad con un compañero ciego. hay que