En el centro de la misión de las bibliotecas hay un elemento que tendría que ser decisivo para la función bibliotecaria, un componente que redefine la misión misma de la profesión en el siglo XXI, a saber, la ACCESIBILIDAD. Pero una noción no solo como “accesibilidad física” sino como experiencia integral en las bibliotecas.
Compromiso Clave
Las bibliotecas del siglo XXI se erigen como auténticos ecosistemas de conocimiento inclusivos cuyo valor se mide por su capacidad de garantizar un acceso equitativo a la información para cada individuo, con prescindencia de la condición o las capacidades de la persona. Este compromiso con la inclusión total supone un necesario ejercicio autocrítico y una evaluación rigurosa de sus múltiples dimensiones operativas.
Las Dimensiones Estratégicas de la Accesibilidad Bibliotecaria
Para que una biblioteca sea verdaderamente accesible, debe abordar de manera integral las principales dimensiones del quehacer bibliotecario pero con enfoque sistémico, que garanticen una experiencia de usuario inclusiva.
Accesibilidad Física:
Esta dimensión constituye la base tangible de la inclusión. Implica un diseño arquitectónico libre de barreras, donde instalaciones, mobiliario y la distribución de las colecciones han sido concebidas para permitir la interacción con autonomía de usuarios con diversidad funcional, ya sea motora o sensorial. Se trata de crear un espacio físico que invite y facilite el uso y disfrute del acto de leer.
Accesibilidad Cognitiva:
La accesibilidad trasciende lo físico y permea el ámbito de la comprensión. Este aspecto se centra en la claridad y la lógica con que se presenta la información y se organizan los servicios. Una señalética intuitiva, una disposición coherente de las colecciones y la adaptación a formatos usables son cruciales para acoger a usuarios con diversas capacidades de aprendizaje o cognitivas, asegurando que el entorno no solo sea transitable, sino también inteligible.
Accesibilidad Digital:
En la era del conocimiento, la frontera de la accesibilidad se expande al entorno digital. Resulta crucial que los recursos en línea —desde el catálogo y el sitio web hasta las bases de datos y los libros electrónicos— sean plenamente compatibles con las tecnologías asistivas. Esto supone un diseño web que interactúe adecuadamente con lectores de pantalla, que asegure una navegación satisfactoria por el usuario con discapacidad visual, así como con las otras formas de discapacidad sensorial.
Para cristalizar un ideal como el propuesto, es indispensable adoptar un enfoque sistémico e integral. Un proceso gradual que comience con una evaluación exhaustiva del estado actual, seguido de la identificación y priorización de las áreas de mejora. El ciclo se completa con la capacitación continua del personal, componente clave en la gestión y el fomento de una cultura de accesibilidad sostenible.
Solo a partir de un compromiso real con la accesibilidad y el diseño universal se puede y podrá asegurar que las bibliotecas alcancen su misión de ser un espacio para el conocimiento y el acceso a los recursos más decisivos del presente, a saber, la información.