domingo, 28 de octubre de 2018

La conciencia es una forma de la mirada

Algo que siempre se asocia al tema de la ceguera ha sido la noción de inconciencia, o ausencia de esto que se denomina "conciencia.. Bueno pues, aquí dos pensadores, que podríamos definir como "pesos pesados" de la filosofía reciente, esbozan una comprensión de la conciencia, en términos de iluminación, de foco, o de un ojo que "dirige su mirada".

Aquí la cita tomada del libro de Dennet y Hofstadter:

El concepto vulgar de conciencia parece basarse en dos grupos diferenciados de consideraciones que podemos encasillar aproximadamente dentro de las expresiones «desde el interior» y «desde el exterior». Desde el interior, nuestra propia conciencia parece obvia y generalizada: sabemos cuanto sucede a nuestro alrededor, y aun dentro de nuestro propio cuerpo, de lo cual no tenemos ningún conocimiento o conciencia, pero nada podría ser conocido por nosotros con mayor intimidad que aquellas cosas de las que somos conscientes como individuos. Esas cosas de las cuales tengo conciencia y la manera en que tengo conciencia de dichas cosas son lo que determina cómo es ser yo. Yo sé como nadie más puede saberlo cómo es ser yo. Desde el interior, la conciencia parece ser un fenómeno absoluto, de todo, o nada, una luz interior que está encendida o apagada. Concedemos que a veces nos sentimos somnolientos, faltos de atención o amodorrados y que en alguna ocasión llegamos a tener la conciencia agudizada en un grado anormal pero cuando estamos conscientes, el hecho de estarlo no admite grados. Existe una perspectiva, entonces, desde la cual la conciencia parece ser un rasgo que divide al universo en dos clases de cosas notablemente distintas: las que tienen conciencia y las que no la tienen. Las que la tienen son sujetos, seres para quienes las cosas pueden ser de una manera o bien de otra, seres para quienes ser es ser como algo. No es como ser semejante a nada ser un ladrillo, una minicalculadora o una manzana. Estas cosas tienen interior, pero no el interior que nos interesa: no tienen vida interior, no tienen punto de vista. Sin duda es ser como algo ser yo mismo (algo que conozco «desde el interior») y casi sin duda es ser como algo ser el otro (ya que el otro me ha dicho, en los términos más convincentes, que es semejante a mí) y probablemente es ser como algo también, ser perro o delfín (si sólo pudiesen decírnoslo) y aun ser como algo, nos atrevemos a decir, ser una araña".

Extracto del libro EL OJO DE LA MENTE.

Título original: The Mind’s I

Douglas R. Hofstadter & Daniel C. Dennett, 1981